William Armijo y el teatro de Mesoamérica Precolombina

“Orígenes y evolución del teatro en Mesoamérica” es, en suma, un libro muy profundo, que muestra la otra cara; cómo eran los vencidos: Carlos Velis.

Por Carlos Velis.

“Cuando era un niño, allá en Chalate, en la escuela me decían ‘indio negro’. Yo no entendía por qué me decían así. Lo de negro, era evidente. Mi padre tiene ascendente garífuna, nuestros ancestros son del norte de África. Pero lo de indio, lo entendí hasta que me di cuenta de la triste realidad, que era una forma de rebajarme, decirme casi que era lo peor. Entonces me nació el interés por conocer más de esa cultura tan despreciada”.

Así comenzó William su presentación del libro “Orígenes y evolución del teatro en Mesoamérica”, que reúne 35 años de trabajo, o sea, su tesis doctoral. Es un valioso compendio de la historia, tanto de la invasión y etnocidio de los españoles, como del rescate de la cultura a través de los vestigios que no pudieron matar. Hace un recorrido por la génesis del teatro, en otras culturas, como la Mesopotámica, Asia Central y Oriental, sí como la Europa antigua y su influencia en la amalgama de culturas en Mesoamérica. Partiendo de allí, infiere las estructuras y contenidos teatrales de nuestra región.

Inicialmente, pensaba hacer su tesis sobre el teatro salvadoreño precolombino, pero a medida que estudiaba los archivos existentes, se dio cuenta de que no podía enfocar solo nuestra región, porque estaba íntimamente ligada a toda la región mesoamericana. Así, amplió el horizonte y retomó todos los países que la conforman, el sur de México y Centroamérica.

El análisis de los textos antiguos le condujo a la única obra precolombina que no está contaminada por la cultura de Occidente, el Rabinal Achí, o el Barón de Rabinal, obra de la región del mismo nombre de Guatemala. Una obra que ha sido mantenida viva en ese pueblo, representándola año con año. Para escapar de la inquisición española, la representaron en las montañas, en secreto, por 300 años.

William hace un análisis muy minucioso de la obra, sus valores, tanto sociales como religiosos y personales. Cómo el guerrero vencido enfrenta la muerte con estoicismo y honor. El ejemplo de valentía que deja a su pueblo, asimismo, cómo el vencedor respeta la nobleza del vencido y, con un gesto de confianza, le permite al cautivo que vaya a su tierra para despedirse de ella y regrese para su ejecución. Le dan su mejor comida y bebida y le permiten el deseo de danzar con las doncellas.

Es, en suma, un libro muy profundo, que muestra la otra cara; cómo eran los vencidos. Aquellos que sucumbieron, no solo a las armas; también a las mentiras impuestas por la religión más retrógrada y coercitiva que ha existido en la humanidad.

Esos pueblos aprendieron que eran “razas”, sus ciudades y grandes civilizaciones, “tribus”, su música, “sones”, sus lenguas “dialectos”, su ciencia, obra del demonio. Así y con todo eso, no bajaron la cabeza, más que para no recibir palos. En sus comunidades y las montañas, siguieron en resistencia, manteniendo su grandeza.

De eso nos habla William Armijo.