Próximamente en la comuna de La Punta, Callao en el recóndito Perú, se presenta una exposición de pintura, Bikini art fair, donde participa el pintor peruano Lito Agusti.
Por Hans Alejandro Herrera.
Próximamente en la comuna de La Punta, Callao en el recóndito Perú, se presenta una exposición de pintura, Bikini art fair, donde participa el pintor peruano Lito Agusti. Aquí un breve perfil hermenéutico de su obra. Porque un artista es su estilo.
Como acertadamente menciona el académico peruano Daniel Parodi Revoredo en un artículo de 2013 sobre la obra de Agusti:
«Lito realiza pinturas y dibujos en caballete y expresa abstracciones con leves anclajes en lo real. “El espejo (no tan) roto de mi biografía” me trajo a colación esa letra criolla “y juraré como Pierrot a la luna, recogiendo mi corazón hecho pedazos” y no pude sino expresárselo, a lo que Lito me habló de fragmentos de su vida que anhelan reunirse. Luego le pregunté por el fuego ardiente entre rojos y anaranjados, frente al cual sucumbe la arquitectura de las líneas negras que tratan infructuosamente de contener la energía vital desatada donde se retrae la estructura ante el calor de la libido. Me dijo Lito que psicoanálisis, arquitectura y el Infierno de Dante Alighieri dialogan en sus obras, yo diría que fecundamente.»
En otra entrevista realizada por el periodista cultural español Javier Gragera acerca de la profundidad del trabajo del artista, revela detalles inéditos en el proceso de composición del autor abocado a un estilo en extremo difícil, complejo y exigente:
«Nos habían llamado la atención los collages, y así se lo hicimos saber. Agusti nos contó que era una técnica que había empezado a desarrollar hace un par de años porque le interesaba introducir algún elemento lúdico en su pintura. “Es como un juego de niños, armar un rompecabezas”. Del collage le empezó a atraer lo aleatorio de un proceso en el que no es necesario usar bocetos preparatorios. O lo que es lo mismo: “Armar el lego, pero sin leer el manual” (…) Para Agusti, lo fortuito y lo espontáneo son elementos claves en su estilo personal. “La obra misma se resuelve en el mismo proceso de crear, y por eso es tan importante tener abiertos los canales de contenidos inconscientes, que son los que pueden darle honestidad y frescura”. Lo planificado, según Agusti, corre el riesgo de parecer forzado y predecible, mientras que lo mejor que le puede pasar a un cuadro abstracto es que en él sucedan cosas inesperadas (…) “A mí no me preocupa que mi trabajo tenga una coherencia interna, alguna secuencia, algún orden. A mí me importan los resultados plásticos de cada obra individual. No pienso en una manera programada para lograr objetivos concretos. Lo que pasa, pasa, y lo que no pasa, no pasa”».
Y añade Gragera:
«Una de las primeras cosas que hizo Agusti durante nuestra entrevista fue desmontar un mito: el abstraccionismo figurativo no siempre depende de la emoción, del estado anímico del creador. Al menos, no funciona así para él. Agusti le resta importancia a la idea de las musas o del irracional funcionamiento interno de las entrañas del artista, y defiende la creación como el premio a la constancia, a la perseverancia, al empeño disciplinado. Eso es algo que él ha aprendido a lo largo de los años. “No creo en la inspiración, creo en el trabajo”, sentenció».
Finalmente un vistazo que aporta el entrevistador en ese lejano año de 2017 son las referencias a partir de los objetos amados en la oficina del pintor donde elabora el pensamiento de su obra que se hará sentimiento de colores violentos: «cedes, recopilatorios de grandes maestros de la música clásica y hasta un puñado de viejos casetes. En los lomos de los libros resaltaban nombres como Sean Scully, Sabogal, Duchamp, Jasper Johns, Jackson Pollock… Resultaba paradójica la atmósfera del lugar: por un lado, lo frío del despacho, y por otro, lo intenso del arte, como una emoción contenida. “Yo pinto todo lo que puedo”, nos confesó Agusti. “Trato de trabajar en el taller al menos una hora o dos horas todos los días”.»
La exposición se presenta hasta el 18 de mayo en la comuna de La Punta, Tovar 440.