La urgencia de replantear la guerra arancelaria de Trump y sus consecuencias para EEUU

"Las medidas adoptadas por Trump, lejos de fortalecer a Estados Unidos, han debilitado su papel como socio confiable y líder global": Alonso Rosales.

Por Alonso Rosales.

En un escenario global cada vez más interconectado, la política económica de un país no solo repercute en su propio territorio, sino que tiene impactos profundos en la economía mundial. La administración de Donald Trump, con su enfoque proteccionista y su guerra arancelaria, ha marcado un punto de inflexión en la política exterior y comercial de Estados Unidos. Sin embargo, las consecuencias ya son visibles y cada vez más alarmantes.

Las caídas de las bolsas internacionales reflejan un nerviosismo creciente frente a la falta de estabilidad y previsibilidad por parte del que fuera, durante décadas, el líder económico del mundo. Las medidas adoptadas por Trump, lejos de fortalecer a Estados Unidos, han debilitado su papel como socio confiable y líder global. El mensaje que se ha enviado al resto del mundo es claro: Estados Unidos ha optado por una política de aislamiento, rompiendo con alianzas estratégicas construidas durante décadas.

La guerra arancelaria ha desencadenado tensiones innecesarias con socios comerciales clave, como China, la Unión Europea y Canadá; y con mayor fijación sobre el primero, siendo el único en el mundo que conservará la imposición de aranceles comerciales durante los próximos 90 días.

Pero lo que comenzó como una estrategia para “proteger” la industria estadounidense ha resultado en una escalada de represalias y un encarecimiento de bienes esenciales para la propia población norteamericana. Sectores como la agricultura, la manufactura y la tecnología han sentido los efectos negativos de estas políticas, con exportaciones en descenso y cadenas de suministro interrumpidas.

De continuar por este camino durante los próximos cinco a siete años, Estados Unidos corre el riesgo de erosionar su influencia global de manera irreversible. El liderazgo mundial no se construye únicamente con poder militar o económico, sino también con confianza, cooperación y visión a largo plazo. Trump, con sus decisiones unilaterales, está minando las bases del liderazgo estadounidense en el siglo XXI.

Es urgente que se produzca un cambio en la estrategia comercial y diplomática, más allá de la suspensión temporal de los aranceles globales. El mundo se encuentra inmerso en una nueva guerra, no de misiles, sino de mercados, tecnologías e influencia. Y Estados Unidos, por sus propias acciones, se está marginando de esa competencia clave.

En este contexto, el llamado no es solo a Trump, sino a toda la clase política y empresarial estadounidense: es momento de actuar con responsabilidad, de reconstruir puentes y de recuperar el rol de liderazgo que, por décadas, fue motivo de respeto y admiración global.