martes, 22 abril 2025
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La tarde en que conocí­ a Bob Dylan

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Relato de una persona que presenció uno de tantos conciertos del recién nombrado Premio Nobel de Literatura 2016

Estaba en una gran ciudad al borde del rí­o Sena, tan triste como sólo están tristes los más tristes. Esa tarde conocí­ la nieve. Y sentada en una banca de Buttes Chaumont, conocí­ a "Veronica", leí­a la historia de la revolución rusa de Trotsky.

Luego de dos tazas de café, la invité a una manifestación en La Bastilla, para pedir la libertad de un preso polí­tico. Cuando los gases lacrimógenos se habí­an disipado, no quisimos separarnos.

– Yo te acompañé a tu "volado", ahora vos tenés que acompañarme a un concierto, me dijo con su acento pinolero.

 Cuando la luz se apagó sobre el escenario, miles de gargantas rugieron. Bob Dylan sobre una motocicleta, bajó del cielo.

 Una a una, susurrando, Verónica me fue traduciendo las canciones, su aliento tení­a una vibración de caña de azúcar:

 "Mamá, pon mis pistolas en el suelo / No las puedo disparar más / Esa frí­a nube negra está descendiendo / Siento como si estuviese tocando la puerta del cielo / Toca, toca, tocando la puerta del cielo

 Vamos, senadores y congresistas / Por favor prestad atención a la llamada / No os quedéis en la puerta / No bloqueéis la entrada / Porque el que salga herido / Será el que se quede parado / Hay una batalla ahí­ fuera / Y es enfurecida / Pronto sacudirá vuestras ventanas / Y hará vibrar vuestras paredes / Porque los tiempos están cambiando.

 La página de la tentación sale volando por la puerta / La sigues, te encuentras en la guerra / Contemplas cataratas de un rugido piadoso / Sientes ganas de quejarte / Pero a diferencia de antes / Descubres que sólo serí­as una persona más llorando.

 Que tus manos siempre estén ocupadas / Que tus pies siempre sean veloces / Que tengas una fuerte base / Para cuando el viento cambie de rumbo / Que tu corazón siempre esté alegre / Que tu canción sea siempre cantada / Que permanezcas siempre joven.

 Corazón mí­o, vuelve a casa / No tienes razones para vagar, no hay razón para errar / No dejes que ella lo vea / No dejes que ella vea que la necesitas / No te pongas en juego / Corazón mí­o

 Tañendo por el rebelde / Tañendo por el libertino / Tañendo por el desafortunado / El abandonado y el rechazado / Tañendo por el proscrito / Que se quema, constantemente en riesgo / Y nosotros contemplamos los intermitentes repiques de libertad.

 ¿Cómo Se Siente? / ¿Cómo Se Siente? / Estar Sin Un Hogar / Como Una Completa Desconocida / Como Una Piedra Rodante.

 Sabes que puedes hacerte un nombre / Sabes que puedes oí­r las ruedas chirriar / Puedes ser conocida como la mujer más hermosa / Que jamás se arrastró por cristales

 Hattie Carroll era doncella en la cocina / Tení­a cincuenta y un años y dio a luz a diez niños / Que llevaban los platos y sacaban la basura / Nunca se sentó a la cabeza de la mesa / y ni siquiera habló con nadie sentado a ella / Sólo limpiaba toda la comida de la mesa / Y vaciaba los ceniceros de las otras clases sociales (a un nivel completamente distinto) / Fue asesinada de un golpe, muerta por un bastón / Que surcó el aire cayendo atravesando la habitación / Decidido y destinado a destruir, todo lo amable.

 Cuántos años puede existir una montaña / Antes de ser arrasada por el mar / Cuántos años pueden vivir algunos / Antes de que se les permita ser libres / Cuántas veces puede un hombre apartar la mirada / Y fingir que simplemente no ha visto nada."

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Carlos Henriquez Consalvi "Santiago"
Carlos Henriquez Consalvi "Santiago"
Director Museo MUPI, periodista, escritor e historiador venezolano-salvadoreño, colaborador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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