lunes, 7 abril 2025
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El Síndrome del Frankenstein Cognitivo

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"El Síndrome del Frankenstein Cognitivo no está definido en la literatura científica; por ello, esta es una propuesta conceptual para nombrar y analizar un patrón observable": Rafael Francisco Gochez.

Por Rafael Francisco Góchez.
X: @rfgochez

La literatura clásica y la psicología están profundamente vinculadas, pues ambas exploran la naturaleza humana: la primera a través de universos de ficción que plantean dilemas existenciales; la segunda, desde una perspectiva clínica. No sorprende, por tanto, que algunos comportamientos humanos hayan sido nombrados en alusión a personajes literarios o mitológicos; por ejemplo, el narcisismo, derivado del mito de Narciso, o el complejo de Edipo, formulado por Freud a partir de la tragedia griega de Sófocles.

Actualmente, no existen en la psicología ni en la psiquiatría referencias clínicas al Síndrome del Frankenstein Cognitivo, pero el concepto bien podría proponerse para describir la conducta de ciertos individuos —especialmente académicos o intelectuales— que, en el ámbito político, producen una narrativa ficticia tan elaborada y persuasiva… que terminan creyéndosela. El temor a las supuestas consecuencias de un discurso, que ellos mismos han alimentado, los lleva finalmente a huir del mismo contexto que ayudaron a distorsionar. En este patrón concurren múltiples factores: sesgos cognitivos, profecías autocumplidas, burbujas de autovalidación, refuerzos grupales, distorsión perceptiva de la realidad y, en algunos casos, cierta dosis de paranoia.

Como es sabido, el doctor Víctor Frankenstein es un personaje de ficción creado en 1818 por la escritora inglesa Mary W. Shelley, en una novela considerada precursora tanto de la ciencia ficción como de la literatura gótica. Frankenstein es un científico obsesionado con la posibilidad de reanimar materia muerta. Su ambición lo lleva a ensamblar un ser humano a partir de partes de cadáveres. Cuando logra darle vida a la Criatura, queda horrorizado ante el resultado y huye de ella. El resto de la historia gira en torno a la persecución del creador por parte de su Criatura, quien, abandonada y rechazada, desarrolla un profundo resentimiento y una sed de venganza.

Un ejemplo contemporáneo de este Síndrome del Frankenstein Cognitivo podría ser el del académico Jason Stanley, profesor de la Universidad de Yale y autor del libro “Cómo funciona el fascismo” (2018), quien ha anunciado recientemente su intención de abandonar los Estados Unidos. Stanley sostiene que, bajo el liderazgo de Donald Trump, el país ya opera como un régimen fascista, en el que se han vulnerado el Estado de derecho, la libertad académica y los derechos civiles. Según una entrevista publicada por la BBC (cuya tesis central fue extraída con ayuda de ChatGPT), Stanley teme por su seguridad y la de su familia ante un clima crecientemente autoritario, antisemita y represivo. Como académico y padre de hijos negros y judíos, considera que las instituciones democráticas han cedido ante el poder ejecutivo y que ya no actúan como freno al avance del fascismo, lo que lo impulsa a mudarse a Canadá buscando libertad y protección.

Sin duda, el clima político en los Estados Unidos merece debate y análisis. Sin embargo, las afirmaciones de Stanley resultan excesivas y, francamente, muy dudosas. Más que una reacción racional a una amenaza inminente, su postura parece el resultado de haberse asustado con el mismo monstruo que ha venido estudiando durante años y del cual extrae una certeza: “el fascismo vive y está aquí”. En este sentido, su especialización académica podría haber influido no solo en su diagnóstico, sino también en su respuesta emocional.

En El Salvador contemporáneo, se han visto casos análogos de algunos periodistas, activistas e incluso académicos que han llegado a convencerse de que viven bajo una terrible dictadura, alimentando esa idea con ríos de tinta digital, discursos encendidos en diversos medios, artículos alarmistas y noticias catastróficas. Generalmente, no dan evidencia concluyente de persecución sistemática, pero han optado por autoexiliarse o solicitar asilo político, más por convicción personal que por amenazas objetivamente comprobadas. En ese trance, tampoco puede descartarse que en algunos casos haya influido el deseo de mejorar su situación laboral o económica, como también podría ser el caso de Stanley.

Como se ha señalado, el “Síndrome del Frankenstein Cognitivo” no está definido en la literatura científica; por ello, esta es una propuesta conceptual para nombrar y analizar un patrón observable. El fenómeno no es menor, si se considera que la decisión de abandonar un país, haciendo toda la alharaca posible, no solo tiene implicaciones políticas, sino que puede generar rupturas familiares y un desarraigo traumático para personas cercanas que, sin compartir esas creencias, terminan lidiando con sus consecuencias.

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Rafael Francisco Gochez
Rafael Francisco Gochez
Licenciado en Letras. Autor salvadoreño de varios libros en el género de narrativa, arte por el cual ha recibido varios galardones. Ha ejercido la docencia por 35 años y también practica la prosa didáctica. En el campo musical, es autor de más de dos docenas de canciones poéticas.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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