jueves, 20 junio 2024
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El fanático

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"El fanático desconoce la cordura, se desvive por creer en alguien o en algo, cierra los ojos ante lo obvio, las únicas posibilidades son las que él considere": Gabriel Otero.

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Por Gabriel Otero.

El fanático desconoce la cordura, se desvive por creer en alguien o en algo, cierra los ojos ante lo obvio, las únicas posibilidades son las que él considere. Hay fanáticos políticos, religiosos y deportivos, entre otras clases o categorías, cuando son numerosos se convierten en masa y pierden su identidad e individualidad y actúan como marabunta que devora todo a su paso, no existe tolerancia por las ideas del otro, buscan aniquilarlo o desaparecerlo a toda costa.

Necesita identificarse con un líder, una doctrina, una deidad, una teoría o un equipo, ahí depositan su fe y raciocinio, son dogmáticos, prejuiciosos y extremistas, el enemigo es todo lo que está en medio y del otro lado, es un ciego que no quiere ver, un sordo negado a escuchar argumentos y un mudo ante las arbitrariedades de su cabecilla o de sus socios de cardumen.

Foto: Gabriel Otero.

El fanático ha desempeñado un papel dañino en la historia de la humanidad, es nocivo y destructor, se impone a golpes, y repite lo que le dicen, no tiene capacidad de discernir o si la posee no la ejerce por órdenes de la jerarquía, pregona lo absoluto y se burla de los otros, los no creyentes, los de otra ideología o los del otro equipo, califica de idiotas a los demás y la autocrítica es un territorio ignoto.

Su ortodoxia y fundamentalismo dirigen su actuar, por eso no es raro que el fanático haya surgido de las tribunas religiosas de la antigua Roma. Fanático proviene del latín “fanaticus” derivado de fanum que significa santuario o templo, y es natural que de ahí se haya trasladado a la arena política, constituyendo junto a la religión dos pilares fundamentales para el gobierno y el abuso a perpetuidad.

El fanático posee una mente carente de atributos y con oquedades en su psique, se proyecta en las ideas de un líder y se somete a sus designios, y en su nombre transita en caminos insospechados donde todo se reinventa a diario, sin importar la memoria.

Foto: Cosas de Fútbol.

Y en los deportes, junto a otros fanáticos, llega a estados que rebasan la locura, Eduardo M. Barrios en su texto Fanatismo deportivo, escribió:

Si alguien opina que su equipo es el mejor y que merece ganar, no acepta las derrotas. También se suele identificar un equipo con la propia ciudad o país. Ahí el fanatismo surge de un malentendido patriotismo. Si el equipo pierde un juego, el fanático siente que perdió su país o ciudad, como si de una guerra se tratase. (2017) (https://lasolidaridadunbuenremedio.com/2022/07/09/fanatismo-deportivo/)

Y en las redes, se conjugan fanatismo e ignorancia como en ningún otro lugar, ahí se democratizó la voz pero se devaluó el conocimiento, este sitio es propicio para el anonimato, porque el fanático es parte de las masas y se llama como todos y ninguno, y sepulta vidas y reputaciones con sus comentarios mal escritos.

El fanático de lo que menos sabe es de la verdad.

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Gabriel Otero
Gabriel Otero
Escritor, editor y gestor cultural salvadoreño-mexicano, columnista y analista de ContraPunto, con amplia experiencia en administración cultural.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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