Del Patriarcado y las violencias

Bajo el lema ¡Diversas pero no dispersas!, y como parte del 14° Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en Montevideo, entre el 23-25 de Noviembre y como parte de la tradición se realizó la Marcha por el “Dí­a de la lucha contra la violencia hacia las mujeres”, donde 2200 mujeres provenientes de 30 paí­ses Latinoamericanos y Caribeños hicimos un solo cuerpo para protestar y defender nuestro derecho a una vida libre de violencia. .

Nuestra lucha por la no violencia tuvo lugar hace 36 años, cuando en 1981 se reunieron en Bogotá, Colombia en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe que hoy culmina en su catorceava edición. En aquel entonces las feministas de la región decidieron y acordaron que paralelamente con la lucha por la igualdad, se hací­a emergente visibilizar las atrocidades de que son ví­ctimas las mujeres en sus hogares y en las calles de todos los paí­ses, de allí­ surgió la propuesta que fue acogida y posteriormente se universalizo por Naciones Unidas, de dedicar la fecha del 25 de noviembre como “Dí­a Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”.

Sin embargo encontramos que pese a todos los esfuerzos, avances y logros en esta lucha de la región latinoamericana y caribeña, todaví­a tenemos grandes retos que subsanar para el logro de nuestro objetivo: Una vida libre de violencia. Y es que la naturalización de hechos de violencia perpetrado hacia mujeres se mantiene muy arraigado desde los idearios individual y colectivos.

Para lograr la erradicación de la violencia contra las mujeres es necesario deconstruir y construir una nueva manera de valorar a las mujeres, que pasa por analizar el patriarcado, el cual se basa en un sistema de relaciones sociales y culturales básicamente donde los hombres dominan a las mujeres instalado desde hace miles de años. La construcción cultural de la violencia contra las mujeres, está construida en el poder patriarcal, que otorga supremací­a a los hombres frente a las mujeres, confiriéndole el derecho de utilizar cualquier método incluyendo la violencia. En otras palabras el hombre que golpea, viola, acosa sexualmente a su pareja, hija, nieta, hermana y/o compañera de trabajo, o que persigue y mata a su ex pareja o ex novia y que agrede verbalmente a cualquier mujer, de una u otra forma, expresa simplemente la idea de propiedad y control que sobre las mujeres tiene, por el simple derecho que el sistema le ha concedido.

El modelo de masculinidad hegemónica, enseña a los hombres desde su infancia que son dueños de las mujeres y de sus hijos e hijas, que las relaciones sexuales son hazañas y proezas de las que se puede alardear. Es un modelo de sexualidad genitalizada, deshumanizada, que les presiona a demostrar una y otra vez que son viriles, potentes y heterosexuales. Es lo que se expresa y auto sustenta como violencia en: las violaciones callejeras y/o masivas y cruentas; las violaciones como armas de guerra, el abuso sexual intrafamiliar, la trata y explotación sexual o el acoso sexual callejero, situación que se profundiza cuando las ví­ctimas son niñas quedan embarazadas como consecuencia de dicha violencia. Entonces quizá podamos comprender porque son más hombres los que mueren por la violencia homicida ejercida por hombres y las mujeres mueren producto de la violencia de género ejercida por hombres.