Carolina Tohá, hasta esta semana ministra de interior del gobierno chileno, anunció su intención de candidatura a las presidenciales chilenas próximas.
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Por Hans Alejandro Herrera.
Carolina Tohá hasta esta semana ministra de interior del gobierno chileno, anunció su intención de candidatura a las presidenciales chilenas próximas. Hija de diplomática y del ministro de Defensa de Allende, don José Tohá muerto durante la dictadura, es el emblema del giro de la izquierda chilena hacia posiciones de realismo político. En ella recae la última oportunidad por atajar el avance de la ola (llámese de ultra derecha o de populismo autoritario) que avanza por el mundo. Un breve discurso suyo deja claro el camino que ofrece a la izquierda del cono sur para sobrevivir.
“Me voy porque creo que me toca hacerlo. Es lo que me corresponde a mí, le corresponde a mi generación”, manifestó al anunciar su renuncia a la cartera de Interior para inmediatamente anunciar Carolina su pretensión de ser candidata presidencial. El mensaje es claro, es el relevo generacional, que la autoridad vuelva a los capaces dentro de la izquierda una vez que la generación gobernante ha desperdiciado la oportunidad.
Recientemente, la noche del viernes la ahora pre candidata fue víctima de agresión verbal por desconocidos mientras caminaba por las calles de su vecindario. No sé informó de mayor alcance, Pero fue insultada e incluso se le arrojo agua de botella a Tohá, lo que revela un acaloramiento del ambiente político chileno.
Progresismo sí, pero no cualquier progresismo
Como progresista, Tohá trazó una línea clara. “No creo en cualquier progresismo. Defiendo uno con valores democráticos y un proyecto moderno que se conecte con el sentido común de la gente de a pie”, argumentó. Puso énfasis en quienes “se esfuerzan día a día por salir adelante”, prometiendo “mejorar vidas, no dar discursos”.
Carolina también entiende cuál es el problema, que este yace en las instituciones. Insistió en que su oferta es “algo muy simple: creer en Chile”, y explicó que eso “significa recuperar la confianza en nuestras capacidades e instituciones”.
Con un discurso centrado en la cohesión social y la seguridad, Tohá declaró: “Quiero encabezar un gobierno de progreso, cohesión y seguridad. Quiero ofrecer algo muy simple al país: creer en Chile”.
La ahora precandidata presidencial se dirigió a la prensa y simpatizantes reunidos frente al palacio de gobierno, donde destacó su experiencia al frente de Interior. “Estos años me enseñaron que los desafíos de Chile requieren seriedad, diálogo y firmeza. No se resuelven con divisiones, sino con unidad”, afirmó
Historia y carrera
La historia de Carolina está trazada por la tragedia histórica de Chile. Su padre, don José Tohá fue ministro de Allende, estuvo con él el día del golpe. Torturado y muerto por estrangulación por órdenes de la dictadura en 1974, llevó al exilio de la familia a México. Luego en 1979 Carolina siguiendo los pasos de su padre regresaría a Chile estudiaría en la Universidad de Chile y sería dirige te estudiantil (vicepresidente de la FECh durante la dictadura). A pesar de tener razones para seguir el camino de la lucha armada optó por la salida pacífica de la dictadura, formando parte del partido PPD, fundamental junto con la cristiano democracia para la caída final del régimen.
Excluida por el exceso de sobrevida de la generación de políticos de la concertación que acapararon el mando del Estado chileno durante la concertación, ya podido recientemente regresar a la arena política después de ejercer por tres años como ministra del interior del gobierno de Gabriel Boric, un gobierno que ha fracasado en todos los frentes, y que sin embargo tiene en Tohá la última carta para salvar el proyecto de reforma del Estado propuesto por la izquierda.
La propuesta de Tohá no es personal sino generacional como ella misma ha reivindicado frente al exceso de entusiasmo fracasado de la generación gobernante de Boric y Vallejo. Como ha dicho, busca defender un progresismo realista con sentido común y que no esté ajeno a las personas de a pie. Esto último a sentado pésimo a la comisaria feminista Cósmica Orellana ministra de la mujer y de la generación de Boric, quien como otros de los grupos más rancios de la izquierda neoliberal detestan a Tohá por los valores de la vieja izquierda que representa.
Un tema de edad
Por cierto el fracaso en Chile del gobierno de Boric se puede entender en términos generacionales. En lugar de que la generación de Tohá (los nacidos en la década de 1960 que lucharon contra la dictadura en plena dictadura) llegase al poder fue desplazada por el arribismo oportunista de una generación en exceso soñadora como la de Boric, Vallejo o Jackson y Orellana, generación que no es más que calco y copia de la generación de jóvenes arrogantes y entusiastas del primer gobierno aprista del vecino Perú en la década de 1980. Entonces aprender de historia, porque en Perú desde García Pérez, Alva Castro y un largo etcétera de miembros del gobierno peruano de entonces, eran personas menores de 40 años al asaltar el poder, misma edad que tienen los cabezas de gobierno de Boric. Resultado, Perú acabo en un desastre que dió un pasó en falso a la democracia autoritaria de Alberto Fujimori. El caso chileno se acerca a un escenario que parece profecía irrevocable. El balance del gobierno de Boric y la generación pingüino, es terrenos invadidos en las famosas tomas, calles y avenidas repletas de ambulantes, un desborde popular de inmigrantes ilegales, y el aumento del crimen sumado a un ineficiente manejo del Estado (desde tramitologías de casi cinco mil permisos para afrontar una reforma eléctrica hasta el apagón nacional de hace dos semanas, algo inaudito en la historia de toda Sudamérica, salvo quizás Venezuela pero difícilmente al nivel de apagón de 90% del territorio nacional, cosas así solo ocurren en Cuba). Entonces, Tohá, representante de la generación de hierro que vivió la dictadura, construyó la concertación, es con toda seguridad la última oportunidad para salvar la izquierda chilena como opción realista y no como capricho que solo reivindica presuntos derechos humanos de bragueta.
El triunfo o fracaso de Tohá podría significar el último intento de la izquierda de resguardar a Chile de la ola de ultra derecha latinoamericana que se consolida con la hegemonía de Trump. Después del fracaso de un régimen de extrema izquierda como el de Boric, globalista y en las costumbres más próximo a Trudeau o a los degenerados de la escuela de Franckfurt; Tohá emerge como una alternativa seria mientras la derecha chilena (Kast, Kaiser o Mathei) sigue apareciendo dividida y sin un discurso claro. El relato de Tohá es progresismo con sentido común, continuismo con cambios. La derecha en cambio tiene un programa casi idéntico al de 2015, sin embargo el tiempo geo político es otro. A la derecha además del liderazgo claro le falta algo: el discurso. Y el discurso después del fracaso de Boric podría resumirse en un solo slogan que muchos chilenos comparten y que la derecha es incapaz de ver : “Sin experimentos”. Ahora toca a los chilenos decidir su camino.
Una genealogía política. La hija del padre
Don José Tohá, su padre era la viva imagen de Don Quijote, alto (1,90m), flaco y una barba de Habsburgo. Hijo este a su vez de un inmigrante español de Cataluña, estudió sus humanidades en los Padres Jesuitas y el Liceo de Hombres de Chillán, donde fue presidente del centro de estudiantes y luego de la Federación de estudiantes secundarios de Ñuble. Posteriormente, emigró a Santiago, donde estudió derecho en la Facultad de ese ramo de la Universidad de Chile y allí nuevamente realizó una activa labor como dirigente estudiantil, presidiendo la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh) entre los años 1950-51. Finalmente se dedicó al periodismo. El 29 de agosto de 2023, la Corte Suprema de Chile le otorgó de manera póstuma el título de abogado.
Es famosa la gesta de Tohá padre cuando siendo ministro de Defensa de Allende salió a enfrentar el tanquetazo, un intento fallido de golpe de parte de algunos tenientes del regimiento de blindados (luego se ha especulado haber sido una operación de prueba de los militares para medir la capacidad de reacción de parte de la Unidad Popular, la cual en efecto demostró ser endeble). Los acontecimientos se dieron en junio del fatídico 73. Un oficial salió de su cuartel al mando de una columna de dieciséis vehículos armados, incluyendo tanques M41 Walker Bulldog, y más de ochenta soldados. La columna avanzó rápidamente por la avenida Santa Rosa, con dirección a Santiago centro. En su recorrido los tanques respetaron los semáforos, y uno de ellos se detuvo a recargar combustible en una estación de servicio —incluso pagándole al bencinero— (a diferencia de Perú, en Chile se respetan las tarifas como los semáforos). La columna de tanques cercó el palacio presidencial de La Moneda y el edificio del Ministerio de Defensa, apenas separados por la plaza Bulnes. A las 8:58, los tanques abrieron fuego contra estos edificios. El palacio de gobierno recibió alrededor de 500 impactos de bala, mientras que la Guardia de Palacio, que disponía de armamento automático, disparó 480 balas de calibre 7,62 mm.Los tanques sólo dispararon sus ametralladoras y no sus cañones, ya que los frenos de retroceso de éstos no disponían del líquido necesario.
Una de estas balas mató a una mujer que trabajaba en la sede principal del Banco del Estado de Chile, cerca del ministerio. En la calle Agustinas, el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen filmó su propia muerte a manos de un grupo de soldados sublevados. Solo la intervención del regimiento blindado Tacna evitó un mayor número de muertes. Horas después los sublevados fueron reducidos.
Sin embargo solo tres meses después el desastre ocurrió.
El honor en el horror
-¿Y tú qué haces aquí, José?- le dijo el presidente Allende la mañana de ese día en que moriría.
-Vengo a estar junto al Presidente. Esa es mí responsabilidad- respondió don José.
Apresado por los militares fue enviado a isla Dawson con otros ministros. Allí testimonios señalan que fue torturado. La desnutrición lo llevo a pesar 49 kilos. Un día de 1974 apareció muerto. La tesis del gobierno era que se suicidó. La tesis de sus compañeros y de su familia es que lo estrangularon.
No obstante su muerte, su hija Carolina que tuvo que exiliarse a México con su madre y hermano, lo recuerda afectuosamente, buscando en los testimonios y la historia reconstruir la vida de un padre al que perdió muy temprano:
Una época de dolor en la que Carolina Tohá tenía sólo 8 años. Con el paso del tiempo, la joven Tohá también incursionó en la política y resultó elegida vicepresidente de la FECH, en una alianza socialista demócrata cristiana precursora y embrión de la Concertación, esto en plena dictadura militar.
La historia de su padre, el volverlo a conocer lo relata Carolina quien cuenta: «… me la dio su compañero de universidad que me relató como vio nacer a José Tohá como dirigente estudiantil consecuente; me la dio su amigo que me habló de su lealtad y sinceridad; me la dio su compañero de liceo que fue testigo, cómo, con sólo 17 años, fundó un escuela nocturna. para que estudiaran los trabajadores de su ciudad natal: la encontré en sus subordinados del periódico Última Hora que me hablaron de su trato respetuoso y justo; en su compañero de Partido que recordó su militancia comprometida y creadora; también en los contrincantes de José Tohá que lo respetaron por su honestidad y ecuanimidad. Tuve respuestas también de aquellos que durante la Unidad Popular trabajaron con él y lo admiraron por su tranquilidad y lucidez política, como asimismo por su lealtad con el Presidente Allende».
Pero el legado de Carolina no se limita a su padre. Su madre una diplomática retirada fue un ejemplo de ecuanimidad en el naufragio. Doña Moy de Tohá fue entre 1990 y 1994 embajadora en Tegucigalpa. Desde 1994 hasta 2001 fue agregada cultural en México, y por último, entre 2001 y 2006 fue embajadora en San Salvador, El Salvador.
En resumen, o la izquierda chilena recapacita después de toda la telenovela que fue el gobierno de Boric, o simplemente desaparece barrida por el ascenso de una derecha desacomplejada y revanchista. Cuando menos queda claro que Carolina ha entendido que en la guerra cultural ya se sabe quién perdió, lo que aún no se define es la naturaleza del ganador.