lunes, 1 julio 2024
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Victimarios disfrazados de objetividad y libertad de prensa

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"Las empresas privadas de información, son actores de las guerras híbridas actuales.": Wilmar Castillo.

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Las empresas privadas de información, son actores de las guerras híbridas actuales. Como tal, no deben tratarse como actores pasivos de una sociedad ya que responden a intereses políticos y económicos concretos. Por el contrario, son blancos legítimos de las comunidades y las organizaciones sociales que protestan para defender sus proyectos de sociedad.

En las guerras híbridas, se emplean acciones y actores no militares de manera integral, coordinada y en secuencia, con el mismo objetivo que se han librado las confrontaciones en la historia humana, dominar al otro y su territorio. Desde la década de los noventa hasta nuestros días, las guerras impuestas por las potencias gringas y europeas, han incluido medidas económicas, financieras, mediáticas, diplomáticas, terroristas, uso de mercenarios, promoción de grupos armados locales, golpes de Estado (blandos y militares), manipulación del precio del petróleo, embargo de oro y otros recursos económicos en sus bancos, como parte de la estrategia compleja e integral de la guerra (1).

Dentro de esta diversidad de herramientas y actores, los conglomerados y clanes familiares que son propietarios de empresas de información, han puesto en función de dichos conflictos toda su infraestructura mediática para manipular las opiniones de sus públicos, con el ánimo de legitimar las acciones militares y no-militares contra un gobierno adversario de la agenda gringa o europea. Un ejemplo de esto, fue el fallido golpe de Estado contra Hugo Chávez en el 2002 (2) o más reciente, el despliegue de mensajes en favor de Israel y su genocidio contra Palestina por parte de medios y redes sociales occidentales a nivel mundial.

Sin embargo, la beligerancia no se límita contra un líder o un gobierno nacional. Los ataques también se dirigen a las comunidades y sus procesos organizativos, a sus protestas y a sus propuestas políticas. Dichos ataques se exponen al desinformar, calumniar y poner en duda las acciones y sus causas de las comunidades, o simplemente, ocultándolas en sus noticieros y programación diaria. Siempre se señala a quien protesta de “terrorista”, “causante de los males de la sociedad” e incluso se perfilan a los participantes para facilitar los montajes judiciales o la represión policial-militar-paramilitar-sicarial.

Esta beligerancia mediática por parte de los conglomerados, no son su único papel en las actuales guerras híbridas, su enriquecimiento también está implícito en sus alianzas políticas, ya que también ha sido evidenciado las compras de medios locales e inversión en otras áreas de la economía dentro de los gobiernos que ayudaron o apoyaron desde sus agendas mediáticas. Es el caso de Televisa con el Partido Revolucionario Institucional, o de O Globo con la dictadura brasilera (1964-1985) (3).

Entonces, hablar de “medios de información” frente a estas herramientas o empresas privadas de la información, es una contradicción. El medio de información promueve ideas, debates e informaciones para que fluyan en la sociedad, sin embargo, lo expuesto arriba se dirige a mantener el pensamiento único (capitalista), a través de negocios privados, guerras que no parecen guerras y atacando cualquier expresión que se rebele o no se alinee con el modelo capitalista.

¿Hay libertad de expresión en una sociedad mediáticamente controlada por tres clanes familiares y otros clanes regionales? ¿se garantiza el derecho a la opinión cuando la normatividad ayuda al sector privado y asfixia al sector comunitario? ¿son objetivos los periodistas que reproducen las ideas de partidos de derecha y ultraderecha? Somos bombardeados cotidianamente por caciques mediáticos, nos adoctrinan con falsas y parciales informaciones y rechazan cualquier iniciativa colectiva que busque mejorar la vida de los empobrecidos.

Con todo lo anterior, es legítimo pensar que a sus instalaciones puede llegar el rechazo colectivo a través de la protesta social. Es legítimo evidenciar su papel anti-popular en los territorios. Como también es legítimo demostrar su bando político en los conflictos sociales y militares de una sociedad.

NOTAS:

  1. Las guerras del siglo XXI. Coordinadora Ana Esther Ceceña.
  2. El rompecabezas de la guerra contra Venezuela, escrito por Yetiani Romero Rebollo. Hace parte de libro Las guerras del siglo XXI.
  3. Medios de comunicación ¿al servicio de quién?, escrito por Jesús González Pazos.

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Wilmar Harley Castillo
Wilmar Harley Castillo
Comunicador social, especialista en Política Pública para la Igualdad. Columnista y comunicador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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