martes, 16 abril 2024
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El dí­a que un escritor contestó mis correos

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Cuando leemos una novela extraemos siempre datos importantes que dejan un mensaje en nuestra conciencia o alma. Pretendemos ser eruditos que procuran hacer análisis a profundidad del mensaje que el autor nos quiere compartir, claro, si en realidad leemos con el pleno deseo de absorber algo interesante.

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Cuando leemos una novela extraemos siempre datos importantes que dejan un mensaje en nuestra conciencia o alma. Pretendemos ser eruditos que procuran hacer análisis a profundidad del mensaje que el autor nos quiere compartir, claro, si en realidad leemos con el pleno deseo de absorber algo interesante.

Pero, ¿en verdad entendemos lo que él quiere transmitir? Hace un par de dí­as leí­ una novela que me llamó la atención.  Su nombre es “La calle del silencio” de Guillermo Julio Montero, un escritor argentino. Me adentré a la lectura a toda conciencia. No tení­a ni idea de qué iba. Cuando inicié, descubrí­ que no entendí­a nada, ya que tiene una estructura muy peculiar. Curiosamente, esa confusión me intrigó y decidí­ continuar.

Luego de terminar la novela, la cual disfruté, me quedaron ciertas dudas, no porque estuviera mal escrita o confusa, más bien, porque me intrigó de tal manera que querí­a entender a plenitud el universo en el que se desarrollaba.

Bueno, vine en un momento de alegrí­a y optimismo y me dije: ¿por qué no se lo preguntas al escritor? Pero pensé: ¿qué probabilidades hay de que una persona como él conteste mis correos? Para comenzar, no tení­a un contacto del autor, no tení­a ni idea de dónde buscar. Obvio, san Google lo sabe y lo encuentra todo. ¡Gracias Google!

Cuando escribí­ su nombre me apareció su obra y un par de noticias sobre el galardón que recibió justo por esa novela: mención honorí­fica en el Certamen Internacional de Literatura “Sor Juana Inés 2012” en el género novela, aunque descubrí­ que se publicó con el nombre de “Zurcido invisible” originalmente. No tení­a mayores datos. Seguí­ buscando y luego encontré que es el presidente de Fundación Travesí­a en Argentina, una fundación que se dedica a la investigación y apoyo psicoanalí­tico para la transición y ayuda de la mediana edad. Pensé que probablemente por medio de ellos lograrí­a llegar a él.

Con fe y mucha confianza, sin esperar nada en realidad, escribí­ a la fundación preguntando si ellos podrí­an brindarme el contacto de él. Para mi sorpresa, a las pocas horas, el mismo Guillermo correspondí­a mi correo. Al borde de un posible paro cardiaco de la emoción, no podí­a creer que me estuviera contestando.

Decidida a salir de todas las dudas que tení­a sobre la novela, le enví­e un extenso correo con comentario/preguntas sobre la historia, su desarrollo y estructura.  A lo que él amablemente contestó con una aclaración sobre su forma de tratar a las personas y si no me molestaba que me tratara como en su paí­s, usando el “˜vos”™, y una serie de preguntas que tení­an como objetivo saber qué tipo de lectora era. ¡Muy justo! En ese momento dije mentalmente: ¡touché!

Luego de corresponder con las respuestas a sus preguntas al siguiente dí­a sin falta, como lo habí­a prometido, él contestó cada una de mis interrogantes con gran dedicación y claridad. Nunca habí­a disfrutado tanto una conversación por medio del correo y menos habí­a ansiado recibir la notificación de tener uno nuevo en mi bandeja de entrada.

Nueve correos y una increí­ble conversación fueron el resultado de un impulso que me motivó a escribirle a un novelista. Espero no haberlo agobiado. Cada palabra me inspiró y me ayudó a entender su novela, entenderlo como escritor y comprender que la vida está llena de gratas, hermosas e inesperadas sorpresas.

Te encontré en el texto, aunque me dijiste que trataste de olvidarte de tu vida. Cito textual lo que me escribiste: “cuando creemos que nos olvidamos de nosotros, más aparecemos”. Gracias por la enseñanza que me dejaste y por enfatizar en el hecho de que el amor todo lo cura y todo lo puede. ¡Tené por seguro que un dí­a nos vamos a conocer Guillermo Julio Montero!

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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